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Cajón desastre

LA NOCHE NOS ATRAPA

Carmen y Ana bajaron juntas al bar. Una noche más, o al menos eso sentían.

- Hola, socias, ¿qué va a ser?- saludó Tasio.

- Dos cafés con hielo- pidió Ana.

Tasio, en silencio, se acercó a la cafetera y se puso a ello. En tanto salía el café, preparó platos y cucharillas y un par de vasos de caña con hielos. Ana lo tomaba sin azúcar; Carmen, con un sobrecillo. Estaban entre los contados parroquianos raros que no tomaban alcohol habitualmente, aunque Carmen se permitía de vez en cuando algún licor de fruta, incluso algún Baileys. Cuando no tomaba café, Ana bebía agua mineral y, en invierno, manzanilla. Era objeto de numerosas bromas por esta causa, ella misma se reía de su abstinencia. Pocas veces bebía alcohol, poquísimas: tres en dos años. La falta de costumbre hacía que cogiera el punto con medio daiquiri, única bebida alcohólica que le gustaba. Según sus propias palabras, controlaba lo que hacía y lo que decía, pero era incapaz de controlar la risa, reía sin poder parar por cualquier cosa que pensara, viera u oyera.

Al primer sorbo de café, Ana ya le cantó la alabanza.

- Está bueno, fuerte, fuerte.

Carmen asintió.

Llegaron Carlos y Pepe. Hicieron un saludo general y pidieron su copa.

- Tasio, danos de beber- exigió el primero.

- Y de comer- añadió Pepe.

- A cenar a casa- contestó Tasio poniendo cara de chiste.

Fueron llegando los demás. Esa noche no faltaba casi nadie. Paco se metió tras la barra para ayudar a Tasio. El bar estaba repleto; la terraza, también. Todo el mundo hablaba muy alto, las consumiciones se pedía a gritos; en el rincón de la tele, zona privilegiada, se discutía a voces sobre fútbol; alguien pedía a un amiguete que estaba en el otro extremo de la barra un paquete de tabaco, Choni llamaba desde fuera a Sara para que le pidiera una verde y Sara reaccionaba de inmediato subiendo mucho la voz:

- Tasio, una verde.

Al ruido de las voces se sumaba el de vasos y botellas, el sonido de la tele y la música que sonaba en el casete.

- Tasio, quita eso- gritaba Pedro.

Y Tasio, sirviéndose del mango de la escoba, apagó el televisor.

- Pero bueno, pon música, tío, quita esa mierda- se quejaba Paco.

Para él, lo que se oía no era música, sus gustos iban por otro lado.

Pepe se levantó para ir al servicio y Paco, que estaba de pie, asió el taburete con increíble celeridad y asentó regocijado sus posaderas en él. Ante la protesta de Luis, el hermano de Pepe, una respuesta típica del Tasio’s:

- Quien fue al retrete perdió el taburete.

Luis no supo qué responder.

En otro grupo, Pedro hablaba de teatro con Ana y Carmen, las cuales formaban parte de una asociación que pensaba llevar a escena "Maribel y la extraña familia"

-...sí, sí. Hombre, a mí me gustan los clásicos: Lope de Vega, Calderón...

- Bernabéu- cotinuó Ana la relación.

- Eso ha estado bien- admitió Pedro- Vas aprendiendo, vas aprendiendo.

Lo estaban pasando bien, muy bien.

 

NOCHE, CÁLIDA NOCHE SIEMRE NEGRA Y BRILLANTE, FASCINANTE SIEMPRE COMO EL MISTERIO, NOCHE CÁLIDA CON SU SONRISA BLANCA, NOCHE, IRRESISTIBLE NOCHE QUE SEDUCE Y NOS ATA CON LAZOS DE SANGRE ARDIENTE, CON LAZOS DE DESBOCADO AMOR, AMOR A LA NOCHE, AMOR POR LA NOCHE INEFABLE Y HERMOSA COMO UN VERANO ETERNO.

 

FUE UNA NOCHE DE VERANO. SU TRISTEZA SE HABÍA DESBORDADO Y ACUDIÓ A ÉL. LA CONFORTÓ. TUVO SUS BRAZOS Y SUS BESOS, AMOR DE UNA NOCHE DE CIELO OSCURO EN QUE FUE FELIZ COMO NO LO HABÍA SIDO NUNCA.

YA NUNCA FUE IGUAL. PERDIÓ SU AMISTAD. ÉL SE FUE ALEJANDO, ELLA FUE HUNDIÉNDOSE. OTRA VEZ AL BORDE DE LA VIDA, EN EL LÍMITE MISMO DE LA CORDURA. EL MIEDO Y LA TRISTEZA EN SU CORAZÓN, LA DESESPERENZA Y LA DESAZÓN DE LA INCERTIDUMBRE Y DEL DESCONCIERTO ANEGÁNDOLE LAS VENAS, INUNDÁNDOLE SU VIDA, SU MUERTE. ¿CÓMO SEGUIR SIN ÉL?  

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