UNA AVENTURA DIFERENTE
Después de dar buena cuenta de la merienda, le leyeron lo que llevaban escrito.
- Muy bien, están muy bien; hala, seguid, a ver si lo termináis- animó a las chicas.
El nuevo estímulo aumentó sus ímpetus y aún tuvieron fuerzas para trabajar una hora más, esta vez no leyendo, sino escribiendo lo que les dictaba la inspiración. Transcurrida esa hora, dieron por concluida la tarea del día.
El viernes fue, solía serlo, un día alegre: último día de clase, promesa cierta de fin de semana.
Para Raquel, Luisa y Rocío podía ser un fin de semana especial.
Después de pasar la mañana del sábado jugando con sus amigos del barrio a "Espacio 1999", la serie televisiva de los miércoles, utilizando estabilizadores estropeados de televisor como computadoras, y representando aventuras extraterrestres, Raquel recibió aquella tarde en casa a sus colegas literarias. Llegaron éstas a las cinco y media, dispuestas a aprovechar al máximo una tarde más larga que las habituales.
- No se me ocurre nada- se quejó Rocío tras una media hora de trabajo.
- A mí tampoco- coincidió Raquel.
Luisa ni s¡quiera levantó la cabeza: estaba tan enfrascada escribiendo que no las había oído. Al cabo de un rato, también a ella empezó a fallarle la inspiración. Era el momento adecuado para descansar un poco y merendar.
- Mamá, ¿hay rosquillas?- preguntó Raquel.
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Raquel -
Y seguimos diciendo nada.
Anónimo -
Luisa escribiendo como una loca. Y Raquel y Rocio sin nada que decir ¡ellas!, sin nada que decir.