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Cajón desastre

UNA AVENTURA DIFERENTE

UNA AVENTURA DIFERENTE

Rocío y Raquel escribían ligero, pero Luisa parecía tener problemas: el bolígrafo entre el índice y el corazón, apuntando hacia arriba, la mejilla en la mano y el codo sobre la mesa, intentaba encontrar una salida para la situación en que había puesto a sus  personajes. De pronto, se le hizo la luz: la había encontrado; rápidamente se inclinó sobre el cuaderno y dejó correr el bolígrafo; estaba encantada con la solución.

- Tengo que irme ya- anunció Rocío.

Luisa y ella se fueron juntas.

- Hasta mañana- se despidieron.

El martes las esperaba una mala noticia en el colegio: se acercaban los exámenes. De allí a dos semanas empezaría el suplicio.

Don Higinio y don Mariano, muy previsores, fijaron ya la fecha de los suyos, para que nadie pudiera protestar por falta de tiempo para prepararse.

Ese día no se habló de otra cosa mañana y tarde. Pero Luisa, Rocío y Raquel se dieron un respiro: era su cuarta reunión y la tercera que dedicaban a escribir, sus mentes estaban demasiado ocupadas con su labor literaria para preocuparse de exámenes en aquellos momentos.

Llevaban una media hora escribiendo, cuando Luisa anunció:

- Ya he terminado un capítulo.

Y comenzó a leerlo. A Raquel y a Rocío les pareció perfecto, salvo por una cosa: ¿de dónde habían sacado los chicos el alcohol con el que iban a quemar la cueva?

- Pues del barco- aclaró la autora, muy segura de lo que había dicho.

- Pero, ¿por qué iban a coger el alcohol del barco si no sabían que les iba a hacer falta?- preguntó Rocío, que a veces era muy lógica.

- Por si acaso- explicó Luisa, a quien esta razón le pareció suficiente.

Rocío no quedó muy convencida, pero sus dos amigas no necesitaban razones más firmes, y Luisa dejó el texto tal cual lo había escrito.

Ni Rocío ni Raquel habían finalizado ningún capítulo, pero la  historia de ésta avanzaba, mientras que el relato de la primera se había estancado en un punto no sin que antes de llegar a él la autora hubiera arrancado y hecho trizas algunas páginas poco satisfactorias.

Rocío pensaba en aquellos momentos lo fácil que resultaba todo en los libros de Los Cinco o en las películas de detectives que ponían en la tele.

Se estaba haciendo tarde para continuar, así que dieron por terminada su cuarta sesión y convocaron la quinta para la tarde siguiente. Pero al despedirse Luisa recordó que tenía un cumpleaños y no iba a poder reunirse con sus compañeras.

El miércoles sólo trabajaron Raquel y Rocío, pero el jueves volvieron a estar las tres. Una bandeja con bizcochos y chocolate las esperaba cuando llegaron a casa de Raquel.

- Merendad primero- les dijo su madre.

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