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Cajón desastre

LA NOCHE NOS ATRAPA

-¿Quién ha ganado??- pregunta Elena.

-¿Quién va a ganar?- responde Carmen.

Ana, como casi siempre, había ganado la partida.

Era la una y media de la madrugada.

-¿El último café?- propuso Carmen.

Lo tomaron en la barra, mientras charlaban con Elena.

A las dos menos diez se despidieron hasta la noche siguiente. Ésta había sido divertida en el bar, agradable en el pub de Elena y Esteban. No siempre era así: había noches aburridas, noches tristes, noches alegres, noches tranquilas y revueltas, y noches de luna llena. No hacía falta mirar al cielo, con observar a la gente de la noche se sabía que brillaba una luna oronda y sonriente, con toda su esplendorosa redondez presidiendo la fiesta. Ánimos alterados, excitación, calor, marcha, eran algunas de las sensaciones que esas noches invadían el ambiente y se adueñaban de todos los noctámbulos habituales. Las voces y las risas subían de tono, también las bromas. Sexo, sexo, sexo... que se quedaba en palabras y, quizás, en alguna ducha fría. Pero no siempre, ni en todos los casos.

 

ELLA EMPEZÓ A AMARLO SIN DARSE CUENTA DE LO QUE ESTABA OCURRIÉNDOLE. ÉL COMENZÓ A SERLO TODO, SE LE FUE COLANDO POR LAS RENDIJAS DE SU TRISTEZA, FUE TOMÁNDOLA CON SU CONSUELO, GANÁNDOLA CON SU CONFIANZA EN ELLA, GANANDO SU CONFIANZA, YA GANADA DESDE SIEMPRE SIN QUE NINGUNO ACERTARA A COMPRENDER POR QUÉ. ROMPIERON SUS SILENCIOS EN PEDAZOS EL UNO PARA EL OTRO, ELLA LE CONFIÓ, LE CONFIÓ ÉL. Y ÉL FUE INVADIÉNDOLE LAS VENAS, HACIÉNDOSELE SANGRE, FUE CONVIRTIÉNDOSE EN SU VIDA A PASOS DE ATENCIÓN Y DE TERNURA.

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