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Cajón desastre

La literatura de kiosko

La literatura de kiosko

No me duelen prendas, lo confieso: yo, que soy fiel lectora de autores de prestigio (y no por esnobismo), también he leído a Zane Grey, y, cómo no, a Marcial Lafuente Estefanía. No es el espacio adecuado para hacer una crítica literaria, ni lo pretendo. Este artículo es más bien un pequeño homenaje a la que se ha llamado peyorativamente literatura de kiosko. Vamos a bajarnos del pedestal, al fin y al cabo, ¿cuál es la razón última de cualquier lectura? Disfrutar mientras la hacemos. Y no cabe duda de que mucha gente disfruta con estas obritas, que, con eso, ya cumplen su digno objetivo. Yo también lo paso bien con ellas.

Permitidme, amigos, dedicar este artículo a la memoria del "Abuelo San Antonio". Uno de los recuerdos entrañables que tengo de él es el de entrar en su casa y encontrarlo leyendo a Marcial Lafuente unas veces; otras, dormitando con las gafas descolocadas y una de estas novelitas en la mano.

2 comentarios

Raquel -

Hay mucho esnob y mucho pedante suelto.

anonima -

Quien diga que no ha leido alguna vez literatura de kiosko: miente.
Yo he leido muchas y no me averguenzo.
Para mi leer estas novelas me hacían olvidar de casi todo y además al ser breves me enteraba de la historia de una sola vez en un rato.