Será divertido volar en globo
Pero ninguna estaba dispuesta a rendirse, eso no. Lo intentarían de nuevo aquella tarde. Y aquella tarde corrieron la misma suerte: lo que entendían no les servía, y lo que no entendían no les servía tampoco porque, aunque les sirviera, no eran capaces de descifrarlo. Sólo les quedaba un recurso: pedir ayuda. Tal vez el hermano de Mari Mar quisiera explicarles todo eso tan difícil que no lograban comprender aun cuando lo estudiaban afanosamente. Se aferraron con todas sus fuerzas a aquella última posibilidad. Cuando salieron del colegio por la tarde, Mari Mar corrió a casa y fue directamente al dormitorio de su hermano, sin pasar por la sala, donde estaba su madre, a la que saludó al paso con un ruidoso "Mamá, ya he venido", ni por su propia habitación.
Cuando Tomás escuchó lo que su hermana pequeña tenía que decirle, soltó una carcajada.
- Estás como una cabra, niña. Sois tontas, tus amigas y tú.
- ¿Por qué?- preguntó Mari Mar airadamente.
- Pues porque no podéis hacer un globo así como así.
Después de oír la explicación tan razonable que Tomás añadió a esa negativa, Mari Mar fue incapaz de reaccionar ante la estrepitosa venida abajo de su sueño aventurero.
Durante toda la noche estuvo pensando, intentando convencerse de que su hermano estaba equivocado, pero al fin hubo de reconocer que las equivocadas eran ellas. Ahora el problema era cómo se lo diría a sus amigas. Seguramente iban a recibir la noticia tan mal como ella misma la había recibido, y por eso le daba pena tener que comunicársela. Cuando estuvo al día siguiente ante ellas, repitió punto por punto la explicación de Tomás. Todas sin excepción se negaron a admitirla.
- No puede ser- decían unas.
- Tu hermano no sabe nada- se oía decir a otras.
Pero en el fondo habían comprendido que Tomás tenía razón. Ninguna quería resignarse a admitir la verdad y se pusieron todas de acuerdo, incluso Mari Mar, contagiada por la terquedad de las demás, para seguir buscando una solución aquella tarde.
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