Blogia
Cajón desastre

Disquisiciones lingüísticas: ¡COÑO! ¡NOS QUEDAMOS SIN ESPAÑA!

Disquisiciones lingüísticas: ¡COÑO! ¡NOS QUEDAMOS SIN ESPAÑA!

Pues señores, he aquí que suprimida la ch, si deciden prescindir también de la ñ, no sólo nos dejan sin el poco léxico coloquial que nos quedaba para referirnos al sexo femenino, sino que nos dejan además sin nombre propio para el Reino de España. ¿Cómo lo llamaríamos? ¿Este país, antes llamado España?

Desde luego, ya no podríamos irnos de cañas con los amigos, pero tampoco extrañaríamos a los ausentes, no hay mal que por bien no venga.

Lo siento por los políticos (en realidad no  lo siento, es sólo una forma educada de hablar; la verdad es que todos ganaríamos mucho en este caso): ya no podrían hacer campaña. (Eso sí que estaría bien, casi me dan ganas de pedir que supriman la ñ)

Tendríamos días, semanas y meses, pero no años (por una simple cuestión de buen gusto prescindo de escribir el sustituto obvio al vocablo). Habría que reestructurar el transcurso del tiempo, casi nada.

También afectará al campo anatómico: nos vamos a ver sin pestañas, sin muñecas (¡¿cómo diantre vamos a sostener las manos?!) Y para colmo nuestros hijos ya no lo serán de nuestras entrañas.

Los niños ya no serán niños ni podrán jugar con muñecos.

No nos alegraremos los Santos con buñuelos y castañas asadas; no podremos celebrar los cumpleaños (quedaría feísimo celebrar los cumpleanos)

Habrá quien pueda verse en situación comprometida: al no poder recurrir al impersonal vocativo "Cariño", deberá utilizar el nombre propio de la pareja. Si no hay terceros, no hay problema. Pero si existe el otro o la otra (¡Viva la copla! y que viva doña Concha; Piquer, se entiende), existe también el riesgo, sobre todo en los momentos de intimidad amorosa, de equivocarse de nombre. ¡Qué situación!

Para evitar la prolijidad, voy a dar por finalizado este artículo, pero  reflexionen, queridos lectores: ¿CÓMO SOBREVIVIREMOS SIN LA ESPAÑOLÍSIMA Ñ?

9 comentarios

Raquel -

Ni de Pichi. Por cierto, Pichi, ¿cómo se llamaría ahora? ¿sólo Ramón? ¿Y Pichí, el pajarito de Heidi?

Guadalupe -

Ni vestirnos de chulapas.

Raquel -

Y SI NOS PONEMOS CON LA CH, IMAGINA: NO HABRÁ PINCHES, NO HABRÁ CHARROS, LAS HEMBRAS SE QUEDARÁN SIN MACHOS, NO PODREMOS DIVERTIRNOS CON CHORRADAS, NI CHUPAR CHUPA-CHUPS, NI HELADOS DE CUCURUCHO...

Guadalupe -

Imposiblle quitar la ñ.
Se imaginan ustedes un español sin ñ.
No hay espa\"ñ\"ol, porque no hay Esp\"ñ\"a, ni espa\"ñ\"oles.
No tendríamos idioma, a pesar de los sinónimos. ¿Dónde queda lo castizo?
¿Y algunos gentilicios?
- Ma\"ñ\"os,
- Extrem\"ñ\"os,
- Los de Logro\"ñ\"o,
- Los de las casta\"ñ\"uelas,
- Los sanmarti\"ñ\"e\"ñ\"os,
- Los extra\"ñ\"os....
Si al final dejamos de existir.

Anónimo -

La hoz también y no está tan mal vista.

Raquel -

¡Hombre, visto así...! Pero es que va a venir de todos modos, y mientras llega, se llame como se llame, no podremos disfrutar de muchas cosas. Y digo yo, ¿podríamos llamar a esa herramienta \"segadora manual\"? Al fin y al cabo se usa para segar.

Puri -

¡Hola maris!
Estoy encantada con la desaparición de la \"Ñ\".
¡Bien!
Por fin no tendremos que volver a preocuparnos por la llegada de :
- la señora, doña, dueña de la guadaña.
Porque para \"guadaña\" no conozco sinónimo que la pueda sustituir.
¡Qué alegría maris!

Autora -

¡Chapeau! Si supiera cómo hacerlo, publicaría tu comentario como artículo. Es buenísimo. (¡Anda, coño! Si chapeau lleva ch... Bueno, como es palabra francesa...)

Anónimo -

Los que mejor sobrevivirán son aquellos que no se laven, porque ya no habrá ROÑA.
Y hablando de \"roña\", tampoco habrá roñosos,ni tacaños, ni se podrán roñosos nuestro utensilios metálicos.
No habrá cuñas publicitarias, ¡por fin películas de un tirón!.
¡No tendremos sueños! ¡Qué será de nuestras vidas sin soñar\"
¿Dormiremos? Porque si no nos viene el sueño, ¿Qué nos vendrá?
No se acuñarán monedas. ¡Viva una vida vuelta al trueque!
¡Que será de una Andalucía sin castañuelas!
En fin, demos gracias a tener un idioma lleno de sinónimos para suplir. Aunque sea una pena tener que renunciar a la única letra que sólo existe en nuestra lengua.