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Cajón desastre

Breves Relatos: RELATO ERÓTICO

Breves Relatos: RELATO ERÓTICO

Se abrazaron sosegadamente. Se enlazaron estrechamente, sin brusquedad y sin prisa. Luego, una mirada cómplice  y los besos: besos breves y suaves, uno, otro y otro más; tras ellos, un beso lento, húmedo y profundo que se prolongó mientras ella le desabrochaba sin verlos los botones de la camisa, acariciando cada milímetro de la piel tibia que iba quedando al descubierto. Y ahora él le descubre los hombros, los besa, sube despacio por el cuello, lamiendo esa piel que tan bien conoce, se demora en el lóbulo de la oreja, le respira en la nuca, donde sabe que a ella le excita... Se despojan uno a otro de todo lo que les impide amarse cuerpo a cuerpo, piel con piel. Desnudos, se echan sin dejar de abrazarse. Se regalan besos y miradas, él le acaricia con su sexo cada milímetro de su piel suave y blanca, ella se lo besa y juguetea con ello entre sus labios. Ahora él se desliza por sus senos y su vientre hasta el recóndito rincón oscuro y placentero que ella le ofrece para que pose en esos labios los suyos de hombre en celo. Y él acepta el íntimo ofrecimiento y posa allí sus labios, y lame con fruición lo más oculto de ella, que gime y goza de la húmeda caricia de esa lengua cálida y apasionada. Él retrepa hasta sus pechos y los acaricia y aspira su olor único y los besa para después lamer la areola rosada y los pezones erguidos. Ella escapa y, ya sobre él, recorre su espalda acariciándola con la punta húmeda de la lengua con toques diestros y precisos, deslizándola por su espina dorsal hasta el borde de las nalgas. Allí se detiene y le mordisquea juguetona los glúteos, mientras él se excita más y más. La pasión va invadiéndoles las venas y se les hace sangre. Ella lo retiene entre sus caderas, se enredan sus lenguas en un beso inacabable y él la penetra con delicadeza inesperada. Se mueven rítmicamente, y cada embestida les arranca un gemido de placer incontrolable. Ella le recorre  la espalda con las manos una y otra vez y se detiene ahora en sus nalgas, acaricia largamente la hendidura y él apresura el movimiento; ella le penetra ahora y él cree morir de placer, perdido entre sus piernas suaves e interminables y presa de los dedos incisivos y sabios de la mujer a la que desea como nunca antes deseó a otra. No hay mundo, no hay tiempo ni hay espacio, se ha detenido la vida, se ha concentrado como una esencia en ese largo instante de pasión infinita y devoradora. Ella acaricia su interior y él la ama con su sexo y con todos sus sentidos exacerbados por el gozo que ello le proporciona. Gime ella sin tregua, gime sin tregua él y llega el éxtasis: un doble alarido de placer desemesurado hiere el aire y ellos ahora descansan abrazados amándose de otro modo.

8 comentarios

Raquel -

Jajaja, puedes visitarlo cuantas veces quieras, yo agradecida. Un saludo. (El beso mejor con café =P)

Kostas -

Vaya, un relato de los que "ponen...".
He de leerlo más detenidamente. Ya te haré una visita, si no te importa, más detenidamente.
Besos con azúcar -aunque nos digan en la tele, que no..., jajaja

Raquel -

Pues quiero decir que las emociones que pueda despertar ya no son cosas en las que deba meterme. Ésa es la camisa de once varas. Mona.

Anónimo -

Si saber, sabía lo que significaba, lo que no sé es porqué lo aplicas aquí.
Maja.

Raquel -

A vé, que tú sabes coser y aunque eres joven sabes de cosas antiguas: la vara, unidad de medida. Once varas: camisa XXL. No me meto en camisa que me viene grande, usease, en asuntos que no son de mi incumbencia.

Anónimo -

¿Qué querrá decir ese dicho?

Raquel -

Mejó no me meto en camisa de once varas.

Anónimo -

Puro erotismo descrito de forma poética.
La poesía siempre ha despertado sus emociones, quizá este relato erótico despierte emociones...