Curiosidades lingüísticas: EL ANGLICISMO "LINCHAR"
Según los diccionarios, linchar es ejecutar a un criminal, verdadero o supuesto, sin formación de proceso y tumultuariamente. Por linchamiento se entiende el ajusticiamiento de una persona sin que exista un juicio previo, sobre todo si la ejecución la realiza una muchedumbre o un grupo numeroso.
El origen de esta palabra inglesa universalizada ya, se ha asociado con un apellido: la opinión generalizada atribuye el origen de tal sistema de justicia expeditiva al juez Charles Lynch (1736-1796), cuando desempeñaba arbitrariamente su magistratura en el estado norteamericano de Virginia. Sin embargo, hay autores que disienten sobre el origen de la llamada “ley de Lynch”. Algunos prefieren remontarlo hasta otro juez, también llamado Lynch, que, en los años 1687 y 1688, disponía de poderes omnímodos para reprimir la piratería y el bandidaje, sin ajustarse a ningún tipo de proceso judicial. No falta quien lo atribuya a un colono (la constante es que se llame Lynch y que sea virginiano) que hizo justicia por mano propia y colgó a un ladrón sin entregarlo a la autoridad judicial. Alguno va más lejos y fija en la ciudad de Galway (Irlanda) y en su alcalde Fritz-Stephen Lynch, el más remoto antecedente de la ley . Al parecer, este Lynch colgó de la ventana de la casa a su propio hijo, que había asesinado a un español porque le reclamaba el pago de una deuda.
No obstante, una gran mayoría coincide en hacer derivar el vocablo de Charles Lynch, que a los treinta años fue nombrado juez de paz en Bedford (Virginia). Se dice que heredó de su padre, un colono irlandés, un odio hacia los ingleses semejante al que Aníbal juró contra los romanos. Durante la guerra de la independencia norteamericana, instituyó un tribunal popular que, sin formación de causa, colgaba perentoriamente a cuanta casaca roja se le cruzaba en el camino o a cualquier sospechoso de colaborar con los ingleses.
Interpretaciones todas muy similares en lo fundamental. ¿Cuál será la cierta?
6 comentarios
Raquel -
anonima -
Raquel -
anonima -
En fín, ellos mandan, pero como está de moda delegar, por aquello del trabajo en grupo, ¡A la! que el pueblo juzgue, que yo cobro y de paso me lavo las manos.
Cada día que pasa creo menos en la justicia.
Raquel -
anonima -
El hecho de los jurados populares no es algo similar, aunque el juez tenga la últimma palabra?
Cada vez estoy más convencida de que nunca seré jurado popular.