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Cajón desastre

UNA AVENTURA DIFERENTE

UNA AVENTURA DIFERENTE

- Fanta es lo mejor para tener buena voz- (Amanda pensaba siempre en cantar)

- Si tu canario no canta, dale de beber Fanta- le contestó María José con rápido ingenio.

- Pepsicola es lo que mola- dijo Beatriz con un ligero tono chulillo.

El recreo pasó muy deprisa; pero las clases, especialmente las de la tarde, se hicieron interminables.

Rocío, Luisa y Raquel tenían un problema: el lunes empezaban los exámenes, iban a necesitar todo el tiempo para estudiar y no les quedaría mucho para escribir. Contaban con dos días antes de la gran carrera, que eso eran para ellas las temporadas de exámenes; debían aprovecharlos al máximo.

Decidieron que aquel día no perderían el tiempo en merendar y se pondrían a trabajar directamente en cuanto llegaran a casa de Raquel. Efectivamente, a las seis en punto empezaron a escribir y no interrumpieron para nada su labor, salvo para pensar qué contar o cómo hacerlo. De vez en cuando se oía una risilla de Luisa, que veía a sus personajes actuando ante sus ojos, metidos en un lío muy gracioso. Los detectives de Rocío habían encontrado una pista que parecía ser buena, pero ahora el problema para la autora era decidir si realmente los conduciría a la solución o si hacerles equivocarse otra vez y dejar que el caso se resolviera como por casualidad. Raquel lo tenía ese día más fácil: la tirana Elba, malvada y perversa, iba a viajar hasta la estrella del príncipe Tan para establecer un acuerdo con él, aunque sus verdaderos planes eran derrocarlo y coronarse princesa de X-25.

A las ocho, Luisa dejó a sus chicos escondidos en su Refugio del Árbol Grande; Rocío, a sus detectives conduciendo por una carretera solitaria camino de una casa apartada; y Raquel, a Elba y sus dos guardias de confianza repasando el plan secreto para derrocar a Tan;  y dieron por finalizdo su trabajo aquel día.

Tantas ganas tenían de ver acabadas sus historias, que el sábado se reunieron ya por la mañana para volver a reunirse por la tarde. Sus amigas estaban asombradas.

- Hija, dejadlo un rato- tuvo que decirles Mari Carmen cuando ya llevaban un par de horas de la mañana trabajando.

- Luego, luego, yo ahora no puedo- dijo Rocío, que estaba inspirada.

 Como todo tiene un límite, también su capacidad de trabajo lo tenía y estaban llegando a él, así que a mediodía, quizás algo más tarde, dejaron sus historias y bajaron al jardín para jugar un poco. Tanto se entretuvieron jugando, que sólo les quedó media hora para escribir antes de la comida.

- A las cuatro subimos- anunció Rocío al despedirse.

Eran las cuatro y media cuando Luisa y ella llamaban a la puerta de su amiga. Sin perder un minuto, se encerraron las tres en el pequeño cuarto de trabajo y pusieron bolígrafo a la obra.

Los jóvenes naúfragos de Luisa hacían planes para huir de la isla mientras esperaban el momento adecuado para abandonar el Árbol Grande; Rocío condujo a sus detectives hasta la casa apartada y, tras hacerles pasar a ella, los enfrentó a un mayordomo misterioso con cara de palo; Raquel buscaba el modo en que el príncipe Tan pudiera darse cuenta de las perversas intenciones de Elba.

Cuando se cansaron de ecribir, Mari Carmen les llevó una rica merienda y después les propuso un juego que las chicas aceptaron y en el que participó ella también. El tiempo, con tanta diversión, pasaba muy deprisa, tanto que, al terminar el juego, sólo les quedaba una hora para escribir antes de que Rocío y Luisa tuvieran que marcharse. Fue un hora poco productiva, porque Raquel no encontró el modo de poner al corriente a Tan de las intrigas de Elba; los naúfragos de Luisa no pudieron abandonar el refugio y Rocío no era capaz de concentrarse en su historia.

El domingo no hubo reunión, las chicas de sexto pasaron el día estudiando como locas para el examen del lunes.

Toda la semana iban a tenerla ocupada; algún día incluso con más de un examen. Rocío, Luisa y Raquel se sentían fastidiadas, no les apetecía interrumpir su labor literaria, con la que estaban tan entusiasmadas. Una semana les parecía mucho tiempo.

Las tres tenían la firme intención de reanudar la tarea una vez concluidos los exámenes. Pasó la semana y la siguiente trajo nuevos impedimentos para ello: trabajos de grupo, añadidos a los deberes de costumbre.

El correr de las semanas de inactividad forzosa fue haciendo disminuir la fiebre literaria de las tres chicas y aparecer nuevos entusiasmos.

Sus sesiones no volvieron a reanudarse y los naúfragos de Luisa nunca abandonaron la isla; el mayordomo no dijo todo lo que sabía a los detectives de Rocío; y Elba jamás llegó a coronarse princesa de X-25.

Mari Carmen no volvió a divertirse con las reuniones ni con las lecturas; pero aquellos días, mientras intentaban contar historias, las chicas habían disfrutado mucho, habían vivido una aventura diferente.

                                                                                                                                                                                                      FIN

17 de Enero de 1991

4 comentarios

Raquel -

Creo recordar que está llena de todos los tópicos de las películas de ciencia ficción a las que yo era tan aficionada.

Anónimo -

Ya sabes. me la envías.

Raquel -

Pues la mía la conservo tal cual la dejé. De las historias de Luisa y Rocío no puedo darte noticia.

Anónimo -

Me ha encantado. Y también me encantaría leer esas historias sin terminar.
Ya sabes que yo termino hasta lo ya terminado.